Jazz PIJ Javeriana

Als eco (como el eco) … son las palabras quizá más cercanas y apropiadas para describir la sensación de ver y escuchar, incluso sentir, por algo más de una hora, a tres pianistas que estrenaban en Colombia –casi treinta años después de su composición- la obra Lemniscaat (1982-1983), del compositor holandés Simeon ten Holt (n. 1923).

La presentación de la obra fue un espectáculo para los sentidos: Adriana Vásquez, Carlos Taboada y Antonio Correa -quienes en esta ocasión integraron el ensamble Als Eco- interpretaron dos teclados y un piano, en medio de un escenario que integró a músicos y público en un mismo espacio, permitiéndole a cada miembro de la inquieta audiencia, armar su propia visión y versión de la obra por medio de sensaciones, rompiendo  así la barrera psicológica que la cultura se ha encargado de crear entre los artistas y su público.

Lemniscaat (en castellano “lemniscata”), es un símbolo para representar lo infinito, y evidentemente, guarda una estrecha relación con la esencia de la obra, pues ésta es infinita en potencia.

Una serie de pequeños núcleos con repeticiones determinadas por el criterio de los intérpretes, dan forma al producto final, lleno de colores y texturas irrepetibles que hacen parte de un instante: “always the same, always different” (Alan Swanson), refiriéndose a la música de Simeon ten Holt. Cada repetición es un nuevo aire, es una oportunidad de evocar un sentimiento distinto de una manera única y personal.

Esta obra, dentro de la vida artística de su compositor, hace parte de su “tercer periodo” que se podría acuñar bajo la expresión “tonality after the death of tonality” (después de haber compuesto dentro de varios métodos, incluso con principios del serialismo), en el cual se dedica a componer para el instrumento con el cual inició su vida como compositor: el piano. De esta etapa de composición también hacen parte obras como Canto ostinato (de la cual cabe resaltar que también fue estrenada en Colombia por el ensamble Als Eco) y Soloduiveldans.

Lemniscaat, es una experiencia integral, es un balance perfecto entre el papel del compositor, del público, y del intérprete, como responsables de  un resultado  único y personal. Es una oportunidad perfecta para actuar con libertad eligiendo un punto de vista, encontrando una manera propia de interactuar con aquello se está enfrente de los sentidos.