Por el profesor Juan David Garzón
Muchas veces a los estudiantes de música se les enseña este arte desligado de la música misma, y este es un grave error porque aprenden los rudimentos técnicos y teóricos pero no aprenden a dar sentido musical ni a expresar ideas en su música.
Hoy en día se ve un fenómeno en las escuelas formales de música: los estudiantes se concentran en dominar sus instrumentos y en entender la teoría, pero nunca se habla en clase acerca de cómo generar una expresión artística, o qué herramientas musicales ayudan a exponer una idea extramusical. Por esto se escuchan incontables horas de escalas sin sentido, que van de arriba abajo en los espacios abiertos de estas escuelas. Estamos enseñando a nuestros estudiantes a incorporar los conceptos de manera mecánica.
Este método de enseñanza, con el que los maestros aún nos sentimos cómodos, hace que el estudiante se concentre tanto en entender los conceptos o en desarrollar cierto tipo de técnica para abordar uno u otro instrumento que, de hecho, muchas veces se pierde contacto con la música, y el estudiante, por estar tan concentrado en él mismo, deja de ir a conciertos, deja de escuchar música, se olvida de disfrutar mientras toca, se preocupa más por sus intereses que por los de su público, le interesa más demostrar su habilidad técnica que expresar una idea. De esta forma muchos estudiantes dejan de conocer nuevas perspectivas y se quedan en lo mismo por siempre, en su propio mundo.
Por lo general los jóvenes estudiantes de música quieren desarrollar a toda costa la máxima velocidad posible con sus instrumentos y dedican gran parte de su tiempo de estudio diario a trabajar sobre ejercicios de velocidad. La pregunta es, ¿porqué es tan importante para los jóvenes músicos este aspecto? Es probable que los maestros tengamos cierto grado de responsabilidad en este grave error, porque los jóvenes creen que en los concursos y competencias de música los jurados quieren escuchar velocidad y destreza, es aquí donde existe un problema de falta de información. También está la presión del público, pues este aplaude y apoya las demostraciones de virtuosismo. Pero el estudiante no es consciente de que la velocidad en el instrumento debe ser el resultado de la madurez musical y que esta solo se alcanza cuando se domina la quietud y la lentitud. Es así como muchos pierden incontables horas al trabajar en ejercicios técnicos que no se estudian de manera musical, y el estudiante queda estancado en los mismos errores cada vez porque no comprende que debe solucionar la velocidad desde la lentitud y la comprensión artística de la música.
Otro terrible error que se ve con frecuencia es el del estudiante que se obsesiona con el estudio y se aísla del mundo para estudiar, pero no se da cuenta de que ya no escucha música ni asiste a conciertos por estudiar conceptos o rudimentos. Dedica muchas horas de estudio poco efectivo pues todavía existe la noción en el imaginario del músico de que entre más horas se estudie mejor. Pero esto no es así, lo importante es que el estudio tenga una metodología y sea muy preciso y efectivo, de esta forma en poco tiempo se puede avanzar mucho. Mientras los estudiantes no entiendan esto, seguirán viviendo en un error sin darse cuenta de que la única forma de hacer buena música es vivir, pues la música dice lo que uno es y lo que conoce. Es vital dedicar una porción de las horas de estudio a escuchar música y a asistir a conciertos.
Como ya se ha mencionado, una metodología organizada y enfocada de estudio es indispensable, pero en los centros educativos al estudiante solo se le provee de mucha información y no de una metodología para entender e interiorizar la misma, por esto se pierden muchos datos importantes. Es preciso construir un método de estudio entre maestro y alumno que se adapte a las necesidades particulares de cada estudiante y que esté íntimamente ligado con la música o genero en el que se está haciendo énfasis. Al fomentar el estudio en grupos, el estudiante se hace más consciente de sus fortalezas y debilidades. Al enmarcar el estudio técnico en un genero, por ejemplo estudiar los ejercicios técnicos sobre los discos, el estudiante se acerca mucho más al estilo y mejora su dicción. Al trabajar con una sólida guía de audiciones, nuevas influencias enriquecen el lenguaje. Cuando maestro y alumno trabajan en conjunto y se convierten en compañeros de estudio, ambos encuentran sus fortalezas y debilidades en el otro. Cuando se aplican los conceptos aprendidos en composiciones, el estudiante gradualmente aprende a fusionar de manera balanceada el aspecto artístico y el técnico.
La única forma de lograr una verdadera expresión artística, al mismo tiempo que se trabaja en la parte analítica, técnica y teórica es establecer un contacto real con la música. Como en literatura, no solo se aprende la gramática y la construcción, sino también se debe trabajar en la forma lógica de exponer las ideas al relacionarse con otros autores y obras.
Una inmersión comprometida en la música, asegura un real progreso y comprensión de esta forma de arte.
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